Páginas

Sacando la basura (2012)


Qué cerca está Cervantes de la luna,
qué lejos tú de atravesar mis travesuras,
qué solemne se pone la basura
cuando apesta a humo
y a escritura.

Qué viejos los jóvenes que sangran,
qué jóvenes los viejos que callan;
qué valiente se ha levantado el mundo
que se atreve a girar
sin saber si es rotundo.

Qué bien aconsejado está, siempre,
el dictador:
qué de amigos tiene,
qué poco valor;
qué bello es renacer
si no te toca allí, allá,
o en cualquier pagaré.

Qué de sorpresas me da este poema
que se va haciendo nada,
qué de verdades a veces camufladas;
qué solemne se pone la basura
cuando trata de palabras.

Transparencias


Se te transparenta la vida
a través del vestido
colgadito del cuerpo
que tan frágil te sostiene
el espíritu indestructible:
empujas la cadera
en un ágil esfuerzo
que te lleva al fin del mundo,
allí donde dejas colgar los pies
y te permites caer de canto,
como si no te supiese
a nada
la gravedad.

Abres la puerta
que te trae, al fin:
te veo la vida
sin transparencias.

Nocturna


Nocturna,
recolectora incansable de ánimos,
luna hiena
hecha en balde,
como a posta,
pero en balde.

Te busco los ojos,
nocturna,
pero se te hunden en la calavera
y nada se me clava más
que esa ausencia.

Se adivina de entre tus dedos
el estupor blanco,
humeante de óxido y derrumbamiento
con el que le caes a la mañana.

Toda ruina, nocturna,
así te vistes
y sales a la calle
sabiéndote incontestable,
y con sordo estrépito te abalanzas
sobre las flores
que ceden a tu peso
y se te rinde el mundo;
se te rinde, Nocturna.

Bianco


Ya con las alas te fuiste,
con los pies pegados al suelo,
poniéndole la sonrisa al sol.

Se hace raro llegar a casa
y que no estés
supongo que todo es
acostumbrarse,
como uno se acostumbra
a un cuerpo,
a una cara,
a un sabor.

Si cierro los ojos te veo,
tan de blanco
y esos ojitos zarcos
tan llenos
de amor.

Te descuelgas por la barandilla
que es un barranco enorme
pero lo sorteas fácil
y corres tras los pájaros
-golondrinas-
que tan bien cazas.

Lo siento,
lo siento tanto
que ni palabras encuentro
tan borradas todas,
y llorosas,
escondidas donde no quiero ir.

Buena suerte, mi amor.

Escapes


Salí del mundo
tan desnudo de esperanza
sin tanto dolor
casi en el pecho;
estaba tan vivo,
bailando en los campos,
exprimiendo el valor.

Salí del mundo
como entré a él:
inconsciente,
pobre,
y sin embargo tan río,
que nada me hizo falta,
solo dejarme llevar.

Salí del mundo, padre,
esperando encontrarte.

Silentium


Si no se les oye
es que no están
ni ausentes
ni en sus cuerpos de cerámica
cultivados por el sol,
estarán en la argentina
dibujando el tiza el cielo,
o en un café francés
que cinco minutos más tarde
derrotó al terror.

Si no se les oye
tal vez
les hayan colocado el bozal
con el que se aquieta a los pobres
que por dentro arden
como si cada noche fuera San Juan.

Si no se les oye
será
que el silencio los tiene secuestrados
y ya solo asoman sus bocas
cuando el amo les arroja el pan;
o será que en verdad están ausentes
esa ausencia que brota
cuando uno se ha cansado de estar.

Puentecillo del Darro


Me deshago en los círculos
que dejan las noches de invierno
cuando las acequias rinden
a pleno
y solo me falta la vida
para ser
            del todo
                           eterno.

Bajo a comerle las pestañas
al Darro
que baja a comerme los pies
con su triste caudal vetado;
en él me encuentro
tan hecho de sal
que no río, sino marisma
y hasta océano entero,
mudo de mudas,
de mudanzas
e inmundicie,
mudo de peces
que ya no salen a mi encuentro
sino que se guarecen
bajo la cáscara que vomita
nuestro mundo,
éste, mudo y enfermo.

Le cuelgo al río de los brazos
como a una higuera joven
de fruto inexperto,
y es por él que me descuelgo
y me llego al mismo centro
donde, escondido,
allí me encuentro
y me descubro
que no hay placer mayor
que mirarse adentro.

Se derrumba este puente
al que tan ateo rezo,
pero antes
veo en flor
todo el fruto de mi cuerpo.

Malebeek


Lloro frente al televisor de los muertos
donde más y más muertos
y me siento en constantes funerales
a los que nadie me ha invitado,
dándole la espalda a las viudas,
a las madres; a los mismos muertos.

Apago el televisor,
pero no surte efecto:
todos siguen muertos,
y no me quedan lágrimas que llorar
tras tanto entierro.


Dirán de mi


Dirán de mi cuando me muera
que era hombre de pocas palabras,
de los que asienten sin escuchar,
al que siempre gustó beber;
que era serio, tranquilo,
“siempre tan callado”,
dirán.

No sé, en realidad,
qué dirán de mi
aquellos que me conocían,
pero a los que reciten
como un salmo
todo lo anterior,
ojalá pudiera decirles:
perdonen,
pero ese no era yo.

Y tendrían que ir todos
a beber vino
con la música
a otro ataúd
a llenar el tiempo de espacio
porque si no,
es como si te hubieras muerto
y a saber lo que dicen de ti
todos los que te “conocen”.

Veneno


He salido tantas veces del vientre
He salido tantas veces del vientre a tomar el sol
que he olvidado el camino de vuelta,
que algunos dicen camino a la muerte,
y yo, al escucharlo, me empapo de lluvia de llanto,
y pensándote, muerte, ya no puedo dormir
así que me pongo a pescar en la laguna Estigia
y el resultado es obvio: he roto más de cien el sedal
y nada hay que llevarme a la boca,
excepto tu nombre
tu nombre,
nada más.