Juraría que te olí en aquel
convento de Clarisas
donde sonaba aquél laúd de ocho órdenes
y yo no podía dejar de reír porque,
ocho órdenes,
y yo apenas encuentro uno.
Y en aquella Santa Catalina, entre los frescos
y los querubines -que no, que son putis, dice Marga-
yo juraría que te olí,
aunque no lo haría nunca bajo juramento.
donde sonaba aquél laúd de ocho órdenes
y yo no podía dejar de reír porque,
ocho órdenes,
y yo apenas encuentro uno.
Y en aquella Santa Catalina, entre los frescos
y los querubines -que no, que son putis, dice Marga-
yo juraría que te olí,
aunque no lo haría nunca bajo juramento.
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